martes, 4 de noviembre de 2014

Mind bruises




I had a black dog.


A veces, y más que a veces, siento envidia de la gente sana. Y con sana me refiero a la gente que está sana mentalmente. No sabéis lo que es tener una cabeza sin sentido, o quizá sí. Los que lo sepáis, os compadezco. Sé que se sufre más de lo que pueda parecer. La gente parece no percatarse de la gravedad de tener un trastorno psicológico, nadie parece darse cuenta de que una depresión es una enfermedad tan grande como cualquier dolencia física, o más. Porque cuando el dolor que sientes ni siquiera es físico...eso sí que duele. Y la gente no entiende que puedas sufrir por un trastorno de personalidad, un trastorno de alimentación o por tristeza infinita. Viven sus putas vidas diciéndote "venga, anímate" como si no pensaras eso cien veces al día, mínimo.
¿Creéis en serio que yo quiero estar como estoy? ¿De verdad pensáis que a la gente que sufre esto le gusta faltar a sus compromisos, no ser capaz de levantarse de la cama o tener miedo de simplemente salir a la calle? Debe ser bonito, ¿no? No poder ni salir afuera por miedo a lo que pasará, a cómo te mirarán, a si te juzgarán. A todo.
Me pregunto si alguien realmente entiende lo que es sentir que te duele todo por dentro. Que estás quemada, donde tenías flores solo quedan cenizas. Mind bruises lo llamo yo. Moratones de la mente, literalmente. Moratones emocionales. Eso es lo que tengo yo. Eso es lo que tengo cada día de mi vida. Os debéis pensar que me gusta estar así. "No haces nada por ponerte mejor" me han dicho muy a menudo. Qué piensas, ¿que me gusta vivir así? ¿Que me gusta sentir pánico de vivir? Que ya nada me completa realmente y que todo es miedo, miedo y desolación. Que no soy capaz de concentrarme, de ser amable o de comer bien. Cosas tan básicas como aprenderme un temario para un examen me resultan imposible estando como estoy. Y os debéis pensar que es fácil. Y una mierda. No tenéis ni puta idea de lo que es sentir que te mueres por dentro, que te duele el alma tanto como si estuvieran arrancándotela a estirones. Que tienes la mente destrozada, llena de moraduras de tantos golpes. Pum. Pum. Rodales morados en tu mente a cada día que pasa. Y no curan, porque tus malditas pastillas no hacen nada. Y... os lo voy a explicar, sabéis:
Tener depresión, porque al fin y al cabo miles de dolencias físicas o emocionales acaban desembocando en una depresión, es lo más jodido que te puede pasar. Porque por mucho que te duela la cabeza, la espalda, lo que sea... el dolor mental es lo más doloroso y cruel que te puede pasar. Sientes... que te ahogas, que no puedes respirar muy a menudo. Que todo es negro, en lugar de ver el mundo a color, ves todo en escala de grises o de negros más bien. No eres capaz de ver ninguna luz o camino más allá de lo mal que te sientes. Pierdes el apetito o por el contrario solo puedes atiborrarte a comer. Por ello adelgazas mucho o engordas mucho. Pero la gente no ve el problema, solo ve que ahora estás gorda, qué poco te cuidas. Pierdes la motivación por todo. Ya no disfrutas cosas de cosas con las que antes eras feliz, porque ya no eres capaz de apreciar los buenos momentos, solo ves lo negro de todo y te alimentas de ello. Ya no eres feliz saliendo a dar un paseo o saliendo a correr, o saliendo a tomar unas cañas. Ni siquiera tienes a alguien con quien tomarlas. Porque cuando estás bien, todos están alrededor, pero cuando estás en el pozo pocos se quedan. Pocos te aguantan mientras sientes que te derrumbas. A la gente le gusta ver lo bonito, las personas felices. Ya no tienes ganas de nada, no puedes ni llevar a cabo tareas cotidianas. Solo quieres encerrarte en tu burbuja, bajo tus sábanas de protección y dormir, dormir para siempre. Cuando duermes eres feliz, aunque tengas pesadillas. Porque sí, cuando tienes depresión no sueñas más que cosas horrendas, tus miedos se reflejan en tu subconsciente y todo es horrible...pero no dejan de ser sueños, así que lo prefieres a la realidad. La realidad duele. Duele como un cristal frío y tajante. Y cuando tienes esta enfermedad pierdes tu capacidad de concentración y tu memoria. Ya no te acuerdas de cosas simples y pareces mucho más despistada de lo que eras, y estudiar lo más simple y que antes hacías con facilidad ahora te resulta imposible. Porque ya no puedes concentrarte. Y todo duele, sabéis, cuando estás enferma todo duele. Cada palabra duele, cada mirada duele. Y te sientes sola, sobre todo te sientes inmensamente sola. Sientes que no hay nadie que te brinde apoyo, nadie que realmente te entienda. Te ves tan sola y aislada... porque la enfermedad provoca que te aísles socialmente. Ya no te quedan amigos de esos a los que les gustaba verte feliz, y la poca gente que te queda no logra comprender tu humor tan cambiante. De momento estás bien y al segundo lloras de dolor. ¡Qué dramática eres! Que te den. Que te den por no entender lo que siento, lo que duelen los moratones en mi mente. Pierdes la esperanza y la pasión por todo, pierdes la fe... y no te queda nada, no te queda ni lo que eras tú... Estás sola y te hundes, tus pulmones se llenan de miedo y te impiden respirar y te vas ahogando poco a poco...
Y tu mirada. Tu mirada es tan triste. Tu mirada podría describirse por un poeta en líneas y líneas, y sin embargo la gente no ve más allá...
Pero no puedes llorar, porque todos sufrimos y es injusto que te sientas mal cuando todos tienen problemas. Por supuesto. Así que te escondes bajo las sábanas y te quedas en silencio, ya ni sabes cómo llorar, o has gastado las lágrimas o has olvidado cómo se hacía.
Y ya no te queda nada.

No hay comentarios: